Después de pasar Lora del Río, enfilando la carretera que conduce hasta La Campana, nos acercamos a los dominios de los toros de Miura. Los primeros "cerraos" de tierra sin cultivar, plagada de matas de gamón, anuncian la proximidad de la quimérica portera de "ZAHARICHE", en cuya parte superior puede leerse en letras de madera el mítico apellido junto a dos calaveras de cabestros.
La historia de esta ganadería lleva toda la tauromaquia moderna. Miura es el sinónimo de afición, leyenda, tradición y fidelidad a un encaste y seriedad.
Bajo la ya mencionada y célebre portera, nuestra mano de joven principiante, se emociona a la entrada de esta finca.
LA CENTENARIA HISTORIA
En el primer tercio del siglo XVIII un honrado trabajador, sombrerero de Soria, de raíces vasconas llamado Juan Miura, decide trasladar su negocio a tierras más cálidas, es decir, a las marismas del Guadalquivir. Allí instala la "Fabrica-Taller" de la sombrerería de la plaza de La Encarnación y la tienda de la sevillanísima calle Sierpes. Aunque la idea de la fundación de la ganadería parte de su hijo Antonio, enamorado del campo y del toro de casta, quizás influido por el ambiente torero sevillano, es quien transmite el embrujo del toro bravo en la familia.
Como se da la circunstancia que los dos hijos Eduardo y Antonio son grandes aficionados al toro a la par que enormes caballistas, es Don Juan quien se decide a comprar al rico agricultor y ganadero Don Antonio Gil Morera 220 vacas en 1842, procedentes de Gallardo, la mayoría de las cuales serían luego desechadas.
En 1849, adquiere 200 vacas y 168 becerros del hierro de Alvareda, lote que aumenta entre 1850 y 1852 al comprar casi toda la ganadería de Doña Jerónima Núñez del Prado, oriunda de raza cabrera. En 1854 cruza parte de estas vacas con dos sementales de Arias Saavedra, puros Vistahermosa. Estos fueron los elementos básicos que dieron origen y personalidad al toro de Miura. Posteriormente se han realizado algunos cruces restringidos, que también dejaron su huella en la vacada.
En 1879, Lagartijo regaló a Don Antonio Miura un toro de sangre navarra, perteneciente al hierro de Manuel del Val, que había sido indultado en Córdoba. Debido a la influencia de este animal, aún pueden verse algunos "Miuras" de pelo colorado encendido y con los pitones cortos y veletos. Aquel mismo año, Don Antonio intercambió un semental con su amigo el Duque de Veragua, echando el toro vazqueño, que era castaño ojinegro, a un reducido número de vacas. Finalmente, en el año 1917, los hermanos Miura Ontoria agregaron un corto número de vacas y el semental "Banderillo" de la Marquesa de Tamarón; ésta fue la última incorporación de sangre realizada en la casa.
Don Juan Miura debutó en Madrid el 30 de abril de 1849. Tras su fallecimiento, en 1860 es heredera su viuda, Doña Josefa Fernández, pasando al año siguiente a poder de su hijo Antonio, quien en realidad la dirigía desde su fundación. Antonio Miura fue un excelente garrochista y jinete, y con él la vacada se situó en primera línea. Como dato significativo basta decir que llegó a lidiar en España un total de 1.750 toros. Cuando murió en 1893, la leyenda ya estaba creada.
Don Eduardo Miura, hermano del fallecido Antonio, será el siguiente propietario de la vacada. Con él adquiere ésta mayor auge y fama. El sello terrorífico de sus morlacos se acrecentó, siendo demandados con gran avidez por las empresas y los públicos, hasta tal punto que, sólo en una temporada, llegó a lidiar cuatro corridas en Sevilla. En el año 1917 muere Don Eduardo. Tras el referido fallecimiento de su padre, los hermanos Antonio y Pepe Miura Ontoria pasan a hacerse cargo de la ganadería."Los niños Miura" y nuevos dueños de la vacada, comienzan a seleccionar profundamente, reduciendo a la mitad el número de vacas. Sus toros serán menos fieros, pero más bravos. Las figuras permanecieron fieles a los astados de la casa en las tardes de grandes compromisos, con Joselito y Belmonte a la cabeza.
En 1940-41, Antonio y José Miura cedieron la ganadería al hijo del primero, Don Eduardo Miura Fernández. Debutó en Madrid el 9 de abril de 1942, el día de la alternativa de D. Antonio Bienvenida, y hasta el momento, fue sin duda la persona de su familia que más tiempo estuvo al frente de la divisa.
MIURA: SIGLO Y MEDIO DE HISTORIA (2ª Parte)
EL PATRIARCA DON EDUARDO
Con veintisiete años se hace cargo de la ganadería, al mismo tiempo que se case ay adquiere de su mujer, Maruja Fernández, una magnífica finca en el término municipal de Lora del Río llamada "Zahariche", en donde más tarde se trasladaría el ganado desde el "Cortijo el Cuarto" hasta aquí.
A lo largo de siglo y medio se ha ido tejiendo alrededor del apellido Miura una leyenda de terror que, si a veces ha podido parecer exagerada, en el fondo tiene mucho de verdad.
Gracias a una labor meritoria del gran ganadero Don Eduardo Miura Fernández, en la última década consiguió más nobleza, boyantía y a veces hasta dulzura en un porcentaje considerable de sus toros. A lo largo de medio siglo, Don Eduardo Miura Fernández ha buscado un toro que, dentro de las características de la casa, se acomodara más al toreo moderno.
En el recuerdo quedará grabado ya para siempre la personalidad de Don Eduardo. Gran aficionado a la pintura y la fotografía, fue también durante toda su vida un ferviente devoto de la Virgen de la Esperanza Macarena, de cuya hermandad sevillana llegó a ser Hermano Mayor. Se caracterizó siempre por su amor desmesurado hacia el trabajo, su sencillez y su bondad, que fueron en definitiva, durante todos los años de su vida, el baluarte más brillante de todo su largo período ganadero.
CONTINUIDAD GARANTIZADA
El 27 de julio de 1996 fallecía en su casa sevillana de Isaac Peral Don Eduardo Miura Fernández, siendo desde esta fecha cuando se produce el relevo generacional, delegando en sus hijos Eduardo y Antonio José.
Aunque en el catálogo general de la Unión de Criadores de Toros de Lidia, el mítico hierro de Miura figura en el undécimo lugar en orden de antigüedad, puede decirse que esta ganadería es la más antigua y prestigiosa del orbe ganadero, pues desde 1492 permanece con el mismo nombre, la misma familia, idéntico encaste y el mismo estilo de crianza; mientras que las que la anteceden han pasado por distintas manos y en la actualidad atesoran encastes distintos de los originarios con las que fueron fundadas.
Es muy digno resaltar la condición extraordinaria de continuidad garantizada a lo largo de esta familia durante toda su larga trayectoria. Los actuales ganaderos poseen grandes aptitudes para llevar con entera dignidad esta enorme responsabilidad y deberán demostrar día a día su condición de auténticos continuadores.
Actualmente, "Toto", excelente garrochista, es quien de una forma más cercana y directa se ocupa de la ganadería en el campo, y Eduardo, diez años mayor que él, es en la actualidad la cabeza empresarial y más comercial de la ganadería de Miura.
La continuidad de la sexta generación está garantizada en el único hijo varón de Eduardo. La continuidad de esta raza de toros única y de trayectoria intachable, está garantizada en su sangre, patrimonio de la fiesta.
ANECDOTARIO Y CURIOSIDADES
Recuerdo ahora también algunas anécdotas que oí contar y que reflejan el carácter de los Miura. Una de ellas tuvo lugar cuando su Majestad el Rey Alfonso XIII acudió a inaugurar la feria de muestras de Sevilla y fueron a recibirle a la antigua Estación de Córdoba las autoridades hispalenses. Entonces el monarca bajó del vagón y se dirigió primero al viejo Miura que al alcalde, el obispo y otros importantes cargos que allí esperaban, lo que provocó caras de extrañeza en todos ellos. El monarca, dándose cuenta de la situación dijo: "no extrañaos, porque gobernadores se hacen todos los días, y Miura sólo hay uno en el mundo".
Fue impactante el día en que Juan Belmonte toreando en la Real Maestranza de Sevilla un "miura", mordió un pitón al toro, dejando clara su autoridad frente al animal. El mayoral de Miura salió de la corrida inmediatamente y galopando llegó a Zahariche llorando: "¡Don Eduardo, un niño de Triana se arrodilló y le mordió el pitón al cuarenta y cinco!". El ganadero se levantó, cogió el libro de vacas y dijo: "Madre, hermanos y demás familia del cuarenta y cinco, matadlos a todos".
Finalmente recuerdo la ocasión en el que el polémico y actual Vitorino le dijo a Don Eduardo: "Usted y yo somos los mejores, los únicos que llevamos gente a las plazas. ¿Por qué no nos ponemos de acuerdo y cobramos más que nadie?".
Miura contestó al nuevo y ya famoso ganadero de Galapagar: "¡No! Los toros de mi casa seguirán yendo a las mismas plazas y ferias como hace cincuenta años, y por tanto, cuando hayan pasado otros ciento cincuenta años volveremos a hablar".
Así era la casa ganadera y lo seguirá siendo, famosa en el mundo entero. Garantizada la saga, en Zahariche continuarán corriendo siempre los toros de esta ganadería que hace ciento cincuenta años fundara un ambicioso sombrerero llegado de Soria.
MIURA: SIGLO Y MEDIO DE HISTORIA (3ª Parte)
MIURAS HISTÓRICOS
En esta histórica vacada ya han pasado, con todos los honores, a la historia de la tauromaquia contemporánea muchos de los toros herrados a fuego por esta casa ganadera sevillana. Para nuestros internautas les facilitamos los nombres más destacados.
Jaqueta Lidiado en Córdoba le tarde del 31 de julio de 1866. Tomó un total de 36 varas, matando ocho caballos.
Lucifer Lidiado en la feria de julio de Valencia de 1922. Pesó más de 400 kilos en canal, siendo estoqueado por Ignacio Sánchez Mejías que le cortó las dos orejas y el rabo.
Aguardientero Fue lidiado en Madrid el 27 de mayo de 1977 y acaparó, por su bravura, todos los trofeos al mejor toro de la Feria de San Isidro.
Galleguito Se jugó en Sevilla el 29 de septiembre de 1915. Resultó bravo y noble, correspondiendo su lidia a Joselito, que obtuvo con él un señalado triunfo.
Carnicerito Se jugó el 22 de agosto de 1985 en Bilbao. Hizo una brava pelea con el caballo, y obtuvo el premio del Club Cocherito al mejor toro de la feria.
Jocinero Berrendo en cárdeno. Propinó una cornada en el corazón a José Rodríguez (Pétete), al intentar hacer este un quite al picador Antonio Calderón. Sucedió el 20 de abril de 1862 en Madrid.
Chocero corneó mortalmente al banderillero valenciano Mariano Canet (Llusio) el 23 de mayo de 1875 en Madrid. El peón sufrió una cornada en el cuello que le seccionó la yugular.
Perdigón Colorado ojo de perdiz. Fue el causante de la muerte de Manuel García (El Espartero) la tarde del 27 de mayo de 1894 en Madrid, tras inferirle una fuerte cornada en el vientre.
Receptor fue el causante de la muerte de Domingo del Campo (Dominguín) el 7 de octubre de 1900 en Barcelona, cuando el diestro estaba preparado para hacer un quite y el astado salió suelto de forma repentina.
Agujeto Berrendo en negro. Infirió una cornada mortal en el cuello al novillero Faustino Posada el 18 de agosto de 1907 en Sanlúcar de Barrameda, al arrancarse de improviso mientras éste hacía el brindis.
Islero Número 21, negro entrepelao bragado. Fue el causante de la muerte de Manolete el 28 de Agosto de 1947 en Linares. El Diestro recibió una cornada en el triángulo de Scarpa al entrar a matar.
A estos nombres hay que añadir el del novillo que corneó al novillero Pedro Carroño el 21 de mayo de 1930 en Écija, propinándole una herida que le causó la muerte; y el de la vaca Beata, que mató de una cornada al puntillero Manuel Sánchez Criado en la plaza de Sevilla el 15 de julio de 1894.
Pero no todo son tragedias en la historia de Miura, pues con sus toros han cosechado importantísimos triunfos todas las figuras del toreo, y se han logrado grandes éxitos en plazas de la categoría de Pamplona, Sevilla, Barcelona, Madrid y El Puerto de Santa María.
UN ENCASTE PROPIO
Su importante ascendencia de casta Cabrera ha marcado de forma clara las hechuras del toro Miura. Es un animal alto de agujas, de mucho hueso y largas patas, fino de piel hasta el punto de que a algunos se les notan las venas. Su esqueleto es muy largo, bien armado y son lavados de cara. El tipo clásico de la ganadería es distinto totalmente al de todas las existentes y, debido a sus rasgos, resulta impresionante, pues algunos toros rebasan la estatura de sus matadores sin levantar cabeza. La variedad de pelos es otra de sus peculiaridades. Son muy habituales de los cárdenos y colorados o girones, salpicados, berrendos, chorreados, luceros, zainos, y de las más diversas combinaciones entre todas estas capas, lo que los hace aún más atractivos para el público.
El comportamiento de los toros de Miura en el campo es complicado y suelen tener mal carácter. El trato debe ser cordial y pacífico.
Ya en la plaza, es un toro que se caracteriza por una salida parada, aunque espectacular y desafiante a la vez. Con la brega son toros que acuden prestos al embiste, y según vaya ganando la pelea, se entregan con mayor o menor rotundidad. En el tercio de varas ocurre algo parecido: embisten con gran fijeza y se emplean con una mayor autoridad si encuentran en esta suerte cierta confianza en el caballo.
En banderillas todo es más complicado, puesto que ellos suelen adelantarse y cortarle la salida al banderillero de turno. En cuanto a la muleta, es un toro que necesita que le den distancia debido a su temperamento antagónico.
En el último tercio son toros que asimilan muy rápido, y no permiten al diestro equivocarse, ya que lo acusaría durante toda la lidia. Los "miuras" están hechos, en definitiva, para los grandes profesionales del mundo del toro.
LA GARROCHA Y EL CABALLO
Hablar de Miura no es solamente referirse a sus toros, pues en esta casa ganadera se rinde también un apasionado culto al caballo de pura raza española. Ya en 1877, Don Eduardo Miura asombró a todos los presentes en las faenas de acoso y derribo realizadas en el Cortijo El Cuarto, con su jaca "Borrega"; al igual que su hermano Don Antonio sobre aquella excepcional capona de nombre " Condesa", que ha pasado a la historia de los mejores caballos de garrocha. Sin embargo, no olvidamos que Don Antonio no solamente se distinguió como un excelente caballista, sino también por su especial habilidad e inclinación para la doma de potros. En al actualidad, los hijos de Don Eduardo Miura siguen conservando vivo el espíritu ganadero, manteniendo en la actualidad una prestigiosa cuadra de cerca de cincuenta cabezas. Al acabar nuestra jornada, abandonamos la emblemática finca sevillana de Zahariche deseando que sus actuales propietarios y máximos responsables de la ganadería de Miura sepan mantener la gloriosa y legendaria antorcha del relevo en sus manos. En este oficio que paso a paso asumo con ilusión pero con trabajo, ya me ha deparado la primera gran ilusión no exenta de emoción, como es el haber estado en la cuna del toro de lidia contemporáneo.
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